Busca una chica feliz, de las que sonríen cuando las miras y ríen cuando no las ves para que sepas que están ahí. Una chica que hable sobre temas simples, donde no tengas que pensar en qué decir para responderle. Una chica que la gente vea por su belleza. Una chica que se haga ciega a tus infidelidades y sólo le importe lo que tú digas.
Una vez que la encuentres sólo dile alguna palabra simple o una frase vieja de conquista, y ve como se derrite con algo que para ti no tiene importancia. Tómala de la mano, abrázala y bésala como en las películas. Cautívala. Cuando estés aburrido, sin nada que hacer, sal con ella. Que sea tu distracción, nunca tu prioridad.
Deja que pase el tiempo sin darte cuenta. Descubre que el siguiente paso es formalizar una relación ante sus indirectas. Nómbrala como tu novia ante el mundo, aunque no sepas el significado de esa palabra. Festeja con ella ocasiones importantes. Bésala y desquita en ella tus pasiones carnales, pero guarda tus sentimientos e inquietudes para ti mismo. Di y haz cosas cursis a las que no encuentres sentido alguno. Finge interés por sus actividades y sentimientos.
Cuando despiertes un día al lado de ella observa su cara de ángel y su cabello de sirena, y date cuenta que no era lo que necesitabas. No comparte tus opiniones, no te reta, no te apasiona y sobre todo no la sientes. Pero reconoce que has perdido mucho tiempo a su lado; has dejado que los días, semanas y meses pasen. Es un tiempo que nadie te regresará. Haz lo que se supone debes hacer y sigue con ella. Pídele su mano y comiencen a vivir juntos.
Deja que decore la casa, que se emocione con cualquier tontería. Peleen por cosas sin sentido, como la ropa que dejaste tirada en el piso del baño. Prepárate cada noche antes de llegar a casa para una charla común y vacía. Cánsate de sus besos, de su cuerpo y de su sonrisa. Asiste a eventos sociales y finge que son muy felices como una pareja perfecta. Envejece tomando su mano.
Hasta que un día despiertes a su lado como lo hiciste hace tiempo. Voltea a verla y deja de resignarte, de querer fluir con la corriente. Date cuenta que nunca nadie se estremecerá con su historia de amor, porque tú nunca lo hiciste. En ese momento, cuestiónate por qué no elegiste a otra chica; una chica que tuviera opinión propia, que te retara, que su inteligencia pudiera encontrar las palabras para decirte de frente lo patético que te ves ahora que sabes que tu vida estuvo vacía todo este tiempo. Hasta entonces y sólo hasta ese momento dile a tu bella dama con toda la fuerza de tus pulmones: “¡Te odio! ¡Te odio y no te soporto! ¡No tienes opinión propia, no te apasionas por tu vida, no me cuestionas! ¡No te estimas a ti misma lo suficiente como para dejarme a mí; a míe que no te amo y nunca te he amado!”, y después de eso vuelve a dormir. Mañana te espera otro día al lado de ella.
Inspirado en “Sal con una chica que no lea” de Charles Warnke.
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